Aitor Bergara
XVIII Certamen de Poesía María del Villar
Si es un bufón o un loco llorando ante el destino es aventurar demasiado. Que la ironía, el sarcasmo, incluso el cinismo, gobiernan muchos de sus versos es más que cierto. Que cultiva el malditismo como si fuese un principio ético está fuera de toda duda.
Partiendo de la crítica y la defenestración de uno mismo, el autor de perfil oscuro se adentra como un paria entre la gente para cerciorarse de que encarna la caricatura del antihéroe, lo que le produce la náusea de vivir. Pero también, si no como burlón destructor como hermano descarado, Fatale nos saca la lengua, insolente y corrosivo, y nos hace reír; sus blasfemias nos aturden y escandalizan, su necesidad de afecto nos cautiva y sugestiona. Fatale erosiona, y como lo hace con todo el amor del que es capaz, se le atisba el alma dorada que su madre le escondió entre los huesos y que él aún no ha descubierto.
Nací en la villa de Bilbao, en el año 1984. Y aunque me hubiese gustado nacer en Alemania a finales del siglo XIX, nadie me consultó a este respecto. La vida posmoderna en Bilbao es en todo punto menos excelsa que la vida decimonónica en Hesse o en Weimar, motivo por el cual mi espíritu romántico, si bien fuerte y feraz en origen, se ha ido viendo cada vez más mermado con el paso de los años.
Mis experiencias vitales han confirmado las ideas que ya maduraba en mi periodo estudiantil, cumplido en la Facultad de Filosofía de la Universidad de Deusto, no sin llenarme de un desencanto acre. En esa misma universidad, coordiné un taller literario y entablé relación con los extraños individuos que ahora constituyen una amigable estantigua en mi memoria poética. Junto a ellos fundé la asociación cultural BLAS (Bilbao, Literatura, Arte y Sarcasmo). Después cursé un ciclo formativo de grado superior en Diseño y Producción Editorial y el máster de Periodismo Multimedia de El Correo, que entorpecen la solemnidad de estas líneas sin mejorar mis opciones laborales.
