Luces y sombras num. 27 – B


Salón de los espejos

En ocasiones nos sentimos perdidos, como si nos hubieran abandonado en un laberinto de espejos. Allá donde no se sabe si lo que vemos es falso o una imagen verdadera, donde se confunden nuestros sentidos y nuestra mente se desorienta, es necesario pararse a reflexionar, medir los pasos uno por uno, dejarse iluminar por pequeñas certezas, hasta que la llama del conocimiento vuelve a brillar para nosotros en un paisaje amplio, de verdes luminosos y altas montañas. Salir del laberinto es trabajoso, sumerge al caminante en la necesidad de reconsiderar sus certezas, y tiene la virtud de devolvernos, paso a paso, a una conciencia primordial que no está lejos de la verdadera sabiduría. El camino en sí lo es casi todo.

Caminantes como somos, hemos llegado, pasito a pasito, lentos y silenciosos, hasta este número 27 de la revista, un número que no hemos querido que estuviera marcado sino por la luz que guía al sabio por terrenos agrestes y oscuros, hasta lograr salir del dédalo de apariencias múltiplemente repetidas. Las huellas de nuestras pisadas darán fe de que el recorrido ha sido pausado, medido, con vacilaciones y ligeros retrocesos, a veces con ansiedad y otras con cierto desasosiego, como quien sabe. A nuestras huellas se han sumado las de los muchos amigos que han compartido viaje con nosotros, duplicándose, multiplicándose, hasta convertirse en los iluminados que nos prestan su voz y sus imágenes para esta nueva entrega de Luces y Sombras, revista de artes y de letras.

A diferencia de otras veces, en que los ilustradores de la revista eran dos, uno por cada lado de la edición, hemos duplicado el número como en un juego de espejos, tratando de generar la incógnita que se halla viva en el centro del laberinto: por un lado, las ilustraciones de los artistas José Antonio Pascual Lobo y Carlos Codes, con su carga conceptual, a veces geométrica y siempre colorida, llena de impulso vital y de preguntas escépticas; y por el otro, las de Javier Egiluz y José Miguel Corral en las que late un mundo onírico de extrañas presencias inmateriales y sugerencias que escapan a la razón, como ecos de fantasías antiguas. Unos y otros nos invitan a un diálogo donde la apariencia del frasco es tan importante como la esencia del perfume.

Hemos mantenido, sin embargo, la estructura de la parte literaria, para la que hemos contado con cuatro autores muy diferentes en su mirada y en sus raíces, y cuyos frutos han sido tan variados como los caminos que han transitado hasta hacerse ver. Así, el pamplonés Santi Elso ha elaborado para nosotros la nómina más granada de los integrantes del Grupo de poesía Ángel Urrutia del Ateneo Navarro; Mónica López Bordón, desde Alcalá de Henares, nos ha acercado a los miembros más destacados del Grupo Cero, en el que se vinculan directamente psicoanálisis y poesía como una unidad indisociable; desde Guadalajara, el poeta Jesús Aparicio ha confeccionado un bloque en el que vibran las voces taumatúrgicas de diez poetas españoles actuales, como muestra de la diversidad ecléctica de este principio de siglo; finalmente, Adriana Serlik se ha encargado de homenajear al poeta cubano Enrique Agramonte Robles, que estaba llamado a ser recopilador de nuestra revista, pero a quien la muerte se llevó antes de hora, dejándonos como consuelo su memoria.

Juegos de luces, reflejos, sombras en el espejo, súbitos destellos, los artistas avanzan por escarpados riscos y precipicios impresionantes, paso a paso, para alcanzar en su carrera aquellos parajes edénicos que nadie pisó nunca antes. Despreciando la prisa, el camino fácil, los señuelos del éxito y los laureles, buscan a tientas en su camino, tratando de no ser copias de otros ni de sí mismos, la voz propia que les conduzca a su esencia última. A eso aspira también este número 27 de Luces y Sombras que hoy tienes en tus manos, curioso lector, a ser la suma de todos los espejos, la esencia de todas las miradas, el ojo crítico, la nebulosa de Orión…

Luces y Sombras
nº 27 • diciembre 2011
revista de artes y letras

Lado B

En la parte literaria, mediante el texto Puñado de palabras, Santi Elso presenta a José Á. Ochoa Mangado, Leyre Ochoa Catalán, Inaxio Goldaracena, Jesús Calvo Arbiol, José Luis Allo Falces, Mikel Iriguíbel Echarte, Mikel Sanz Tirapu, Silvia Marambio-Catán, Teresa Ramos Rabasa y él mismo.

Mónica López Bordó, mediante el texto Si es posible el poema es posible la vida presenta a Miguel Oscar Menassa, María Chévez, Norma Menassa, Navarro Beloqui, Alejandra Menassa de Lucia, Carmen Salamanca Gallego, Cruz González Cardeñosa, Manuel Menassa de Lucia, Jaime Icho Kozak y Susana Lorente Gómez.




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