Tiempo de frutos, de semillas
El sumo sacerdote salió del templo satisfecho. Aquella mañana de ofrendas había estado especialmente brillante, predicando contra los adoradores de falsos ídolos y demás supersticiosos, como los que se bañaban desnudos en las aguas del Tigris o bebían sangre de carnero para invocar la paz de los espíritus. Tan embebido iba en sus placenteros pensamientos, que sin darse cuenta se persignó a las puertas, moviendo la mano de arriba a abajo y de izquierda a derecha, espantando a las influencias maléficas que se agolpaban en el umbral. Se sentía seguro y a salvo.
Con el número 23 de Luces y sombras no queremos emular al sumo sacerdote en sus defectos, porque, tras muchos años de nomadeo, hemos aprendido que no hay mayor satisfacción que la humildad, y que es más fácil encontrar los defectos ajenos, incluso los escondidos, que observar las supersticiones propias. Así que, volando como Menipo por los cielos de Creta o embarrándonos con la tierra fresca al pie de los volcanes, no tenemos certeza, salvo la de estar vivos y respirar libres.
Nos hemos permitido que nuestras manos tracen por los aires un mapa de líneas y telégrafos. Hemos dejado nuestra casa, donde las voces de los nuestros las ha grabado para el futuro la curiosidad de Ana Martínez Mongay; hemos surcado los aires de la mano de los escritores madrileños que ha cultivado con su magisterio Javier Díaz Gil; hemos admirado la gama cromática de los campos que ha abonado amistosamente Esperanza Párraga, para aterrizar en la tierra de ángeles y palmeras que nos ofrece con hospitalidad Mariano Zaro. De Norte a Sur, de Este a Oeste, hemos recopilado los frutos del talento y la paciencia, sin caer en el pecado de la idolatría.
Verdades, mentiras: esa es la materia del arte. Para exorcizar el demonio de la trivialidad y la ceguera, hemos conjurado a dos ilustradoras, Concha Trapero y Alicia Osés, ojos penetrantes en la noche del fuego. Colores y matices para definir la bóveda celeste con sus luces y sombras.
El sumo sacerdote se promete a sí mismo seguir en guardia y, si su corazón supera la compulsión del miedo, no persignarse irreflexivamente en el futuro. Las hojas de los árboles amarillean: es tiempo de frutos, también de semillas.
Luces y Sombras
Revista literaria anual de textos inéditos y obra gráfica
• Nº 23 • diciembre 2007 •
Lado A
En la parte literaria, con el texto “Escuela de escritores”, Javier Díaz Gil presenta a Adriana García-Rama Ocaña, Eduardo Gracia, María Guijarro Sanz , Marina Solís de Ovando, Rocío Díaz Gómez, Carmen Frontera Quiroga, Carmen Hernández Romera, David Lerma Martínez y Alberto Ramos Díaz.
Con el texto “Paisajes interiores”, Mª Esperanza Párraga presenta a Elena Castillo Díaz, Jesús Aparicio González, Mª Dolores Sanz Murillo, Antonio Prieto, Montserrat Tapia, Eva Díaz-Ceso Sánchez, Miguel L. Mula Soler, Myriam Ratés, Jesús Maroto y a ella misma.
La obra gráfica pertenece a la artista madrileña Concha Trapero.